miércoles, 7 de diciembre de 2011

Respuesta a Camilo (o una experiencia académica)

El profesor Camilo Jímenez escribió "¿Por qué dejo mi cátedra en la Universidad?. Me intrigó el título y leí. Camilo es docente hace varios años en la carrera de Comunicación Social, en la prestigiosa Universidad Javeriana de Colombia.

En su columna, habla de su profunda decepción del grueso del alumnado, en cuánto a su falta de sentido crítico, de curiosidad, y sobre todo su enorme falta de lectura. Todo lo cual tiene implicancias importantes en la calidad de los escritos. En su fondo y en su forma.  La situación fue  increccendo y llegó un punto en que Camilo se sintió impotente, no pudo con los nativos digitales, así que dejó su cargo.

Tras la lectura me quedó un sabor amargo en el alma. Leí los comentarios, unos 40. Había básicamente de tres tipos. La mayoría adhiriendo a su sentimiento. La segunda mayoría era de varios jóvenes que decían que hubieran querido un profesor como él y que se apuntarían a un curso si lo diera online, o aquéllos que lo tuvieron  y le comentaron que aprendieron mucho con él.

El tercer tipo de comentarios, muy pocos, eran de jóvenes que celebraban su decisión, porque era la hora de gente más joven y tecnológica. Cabe mencionar -como hizo uno de los propios comentaristas- que justamente este último tipo de personas escribía muy mal. Con muchas faltas de ortografía y con una evidente falta de estructura argumentativa.

Me tomó un buen rato leer todo eso y quise comentar.... Y empecé a hacerlo, y sin querer queriendo me di cuenta que estaba escribiendo muy largo.... Así que decidí escribirlo aquí. Copié lo que llevaba hasta entonces en el recuadro de coments y abrí un word... y seguí escribiendo. Bueno, me salió una larga carta para Camilo.

Sí, es una respuesta para él, desde la empatía, en mayor medida, pero también es el relato de dos experiencias académicas mías, que quizá devuelvan un poco la fe en el buen desempeño de los actuales universitarios.

Yo hice clases en educación superior por 7 años. Tuve dos experiencias significativas, una el 2006, cuando me robaron un computador con mis clases y tuve que improvisar... y fue una gran lección y un éxito rotundo. Y este año, el 2011, al día siguiente del primer Caceroalzo convocado por la entonces dirigente de la FECH, Camilo Vallejo, en la escuela de periodismo de una importante Universidad Privada de Santiago.

Si quieres saber lo que le respondí a Camilo aquí, por favor sigue leyendo.
 
(Y si quieres saber qué fue lo que escribió Camilo, aquí está el link:


Hola Camilo,

Me llamo Katina, soy chilena, periodista (y licenciada y hasta con un máster en comunicación social). Mi máster lo saqué en la Católica (UC), una de las mejores universidades mi país. También estudié, antes, Licenciatura en Estética (Hist. del arte, menciones cine y literatura) y antes estudié 4 años de Arquitectura. Tengo 38 años, y entre los 28 y los 35 di clases, en varias universidades, en mi país.

Llegué aquí por alguien en twitter, Guillermo Franco (@guifra), a quién no sé cómo llegué.  En fin, da igual. Leí su carta y me sentí profunda, profundamente identificada. Sentí muchas, muchas veces lo mismo.

Un sentimiento, incluso más raro, porque a veces sentí una cosa en el aire que era como "agradece que estás ahí parada, porque nosotros te pagamos"... No había valoración por el conocimiento, sino  hacer sentir la posición de poder, que estaba en  ellos por el empleo, y no en mí por mi oferta. Fue extraño.

Yo nunca sentí eso por mis profesores. Ni por los que me gustaron ni por los que no. A veces no me gustaron sus materias, su manera, etc. Y salvo contados casos (de los que recuerdo 2. Lego de toooodos mis años de estudiantes, una profesora de teoría de la comunicación y una de televisión) siempre sentí que eran profesionales de excelencia, de ahí su presencia en el aula, y que la agradecida debía ser yo.

Y que era tonta si no aprovechaba su sabiduría. Muchas veces, pese a querer ir, perdí clases interesantes... Pero es como todo, no siempre nos da el tiempo, la energía u otro factor para hacer lo que queremos hacer. La cosa es que así fue.

Ahora, yo entré al máster el 2001. Cuando empezó a ser masivo google. Yo en esa calidad, y mis estudiantes en su calidad de alumnos, lo usamos. También actualmente uso como fuentes de información twitter y facebook. Y al igual que usted, escribo en un blog. Yo, desde el 2005.

Me parece que la tecnología es maravillosa. Gracias a mis alumnos conocí youtube, meebo, y varias otras cosas. Y yo les recomendé otros sitios.

La verdad no creo que la web sea la culpable de la desidia con respecto a la lectura, o al conocimiento no inmediato, aunque sí, sé, que afecta.

En mi caso, que no soy nativa digital -ni el de mis hermanas menores, científicas, que casi lo son-, la web no ha mermado la lectura. La de verdad. La de libros enteros, donde hay introspección profunda, que muchas veces implica reflexión y que potencia la imaginación y las relaciones como nada. Desde escritos históricos a novelas. Yo leo mucho, mucho, en la web y en papel. Leo y escribo cosas largas, y a veces también, cortas.

Me imagino que eso tuvo que ver con el ejemplo. Con la familia. Con el libro en el velador. En mi casa, siempre hubo libros de todo tipo. Si bien mi papá era (es) ingeniero y mi mamá nutricionista, en la mesita del teléfono conocí “Un hombre” de Oriana Fallaci, “Tus zonas erróneas”, Las “selecciones del reader...”, “El Quijote” y muchos libros de Neruda al lado de revistas políticas.

Nadie me decía nada. Pero ahí estaban los libros, usados, abiertos, encima de la cama, al lado del teléfono, en la mesita del living. Y las historias de ellos se colaban en las conversaciones en el auto, a la hora de la comida, en comentarios al mirar el diario, y así, la lectura aparecía en lo cotidiano. Cerca. Parte de.

Claro, yo sabía que era una buena práctica y demás. Pero no era el discurso lo que hizo de mis hermanas y yo grandes lectoras. Fue que era parte del paisaje. Casi leíamos porque, de niñas, como niñas, éramos curiosas e imitábamos.

Y de adolescentes, como adolescentes, estábamos aburridad y tomábamos lo más fácil, lo que estuviera a la mano, y sí  había tele y radio, pero rápidamente uno se aburre ahí, y aparecía el libro…… Y dio la casualidad que a las tres nos entretuvo la lectura. Fue un placer. 

¿Es un placer hoy la lectura para los chicos, o sólo una obligación amparada en el discurso de autoridades del siglo pasado, como nosotros, que no validan porque no creen que no manejamos la tecnología?... ¿Ven el ejemplo en sus casas?... ¿Los libros rondan encima de la cama abiertos, las historias se cuelan en las comidas o en el auto?... Creo que esa es la primera pregunta para comenzar a hacerse cargo ( y sí, como dice una de las comentaristas, ahora todos quieren que la responsabilidad esté en la escuela y no en las casas... ¿tendrá que ver eso con lo que ocurre hoy?).

Al respecto, y volviendo al aula, muchas veces, no sólo yo, sino que algunos colegas profes, llegamos, -a veces ex profeso, es cierto, pero otras también circunstancialmente-, a clase, con el libro que leíamos-. Miles de veces me preguntaron de qué se trataba. Y siento que muchas de esas veces hubo un link hacia la lectura. Seguro a usted le pasó eso también ¿o no?...¿Y, hubo alguna consecuencia positiva para comentar?. En mi caso sí, varias...

Por otra parte, mientras le escribía esto, recordé una experiencia que tuve el año 2006, y que me gustaría contarle. Yo iba a hacer una clase a otra ciudad, y en el bus, al llegar, me robaron el computador. Ahí llevaba mi materia preparada para el próximo mes. Eran las 10 de la noche, mi primera clase era a las 8 de la mañana del día siguiente.

Primero lloré y maldecí al hijo de la gran p... que me robó mi aparato (que era nuevo, además). Luego, no sé cómo, se activó el cheap de la creatividad en mí. Y traje a mi mente algunas experiencias en talleres de caoching en los que había participado, como alumna.

Ahí, en temáticas de negociación, hicimos muchos ejercicios. Aprendí que debían tener instrucciones muy claras, y con tiempo, entre otras cosas. Bueno, en resumen, era un método donde yo dejé de ser el protagonista, donde yo no "enseñaba" sino que era un factor que hacía nexos inteligentes entre ciertos elementos para que pasaran ciertas cosas. Sólo detonaba la participación de los asistentes. Lo apliqué a comunicación. Bueno, fue un éxito.

Los estudiantes venían, muchos querían cambiarse de otras clases a la mía, y yo disfruté la docencia como nunca. Trabajé mucho sí, adaptando los ejercicios y validando con San Google gran parte de la materia.

El producto debía ser un ensayo académico -yo pedí uno de evaluación al llegar, que, por supuesto, no fue nada bueno. Debían saber citar, hacer una síntesis, y otras cosas. Eran alumnos de pimer año de carreras matemáticas en una región del país que no se caracteriza, precisamente, por tener los mejores prospectos universitarios. Justamente por ello, la Universidad decidió hacer este programa intensivo para ellos, para que supieran comunicarse a posterior.

Al principio no hubo buenos resultados, costó, pero de apoco fueron entusiasmándose. Junto conmigo, mientras descubría-inventaba ese método.

Resumen, al final curso, la mayoría de los chicos sabía expresarse por escrito de una manera más que aceptable. Increíble.

La evaluación que me hicieron fue la mejor que había tenido hasta entonces ¡Y llevaba 5 años haciendo clases  y  con muy buena audiencia y evaluaciones!. Desde entonces se incrementó el número de estudiantes que, incluso hasta hoy, me piden, a veces, consejo académico. En fin, pasó el tiempo y dejé de dar clase. El 2008.

Este año, 3 años después, un amigo mi pidió hacer un reemplazo de su cátedra, que era, “Tecnologías digitales” o algo así. Para gente de tercero o cuarto año de periodismo, (aquí dura 5 años + tesis), en una prestigiosa universidad privada, de la capital esta vez (menos mal, porque es donde vivo).

Mis indicaciones eran pedirles que hicieran un blog. Llegaron 5 alumnos, de 30, creo.

Estaban sentados atrás, con un computador frente a los ojos. Veinteañeros típicos. Les pedí si se podían sentar adelante, ya que éramos tan pocos. Para verles las caras, los ojos. Parecieron extrañados, y algo tímidos y desganados se pararon… ¡No! ¡traigan sus sillas! Dije. Y lo hicieron.

Escribí mi nombre en la pizarra y les pregunté si conocían a otra Katina. (Que es un nombre poco común aquí, pero que se hizo más conocido por una actriz nacional, tocaya mía). Hablamos de eso. Les expliqué cómo la irrupción de esta actriz  en escena me cambió la vida. Antes de ella ante mi nombre era ¿qué, cómo, cuánto? Y luego de ella era ¡ahhh como la Katyna tanto! (el de ella es con “y”). Ríeron. En fin. Les dije algo de mí referente a la comunicación. De cómo ciertas cosas comunicativas cambian el mundo propio.

Habiendo hecho eso, les pregunté un poco de sus vidas, en qué eran buenos (qué les gustaba hacer). Así salió, por ejemplo, que a uno le gustaba contar chistes y contó uno, nos reímos.  Otro dijo que amaba el deporte, que quería ser periodista deportivo y le pedí que jugara a que lo era e hizo una performance.  Y así.

Ya había "onda" y risas y confianza y  les pregunté si les gustaba escribir, si tenían FB o Twitter y si se habían preguntado para qué lo tenían. Curiosamente ninguno tenía un blog  activo y aparentemente no había ningún interés por ello. También pregunté por qué querían ser periodistas... Las respuestas fueron sorprendentes.

Hubo distintos tipos. Desde que no sabían qué estudiar y que periodismo era amplio, hasta que era lo que no pedía matemáticas (lo cual, si me permite, es un error de estructura, pero, claro, eso es otro tema)... Ninguno dijo “porque es importante para la sociedad”, o “porque me encanta estar informado e informar” o “porque  quiero comunicar algo” o “porque me gusta escribir”, nada de eso.

Yo quedé un poco estupefacta. Era el tiempo de protestas en Chile, por la Educación de calidad…..

Ese día, particularmente, fue el día siguiente al que la dirigenta Camila Vallejo (quien justo hoy, por muy poco, perdió la reelección a la presidencia y quedó de vicepresidenta), bueno, ese día ella desestimó a la autoridad, al Ministro de Educación, quién dijo "No más marchas en las calles" por TV. Y ella, Camila, por Twitter, dijo:
"Hoy cacerolazo, a las 21 hrs, en repudio a la medida del Ministro Bulnes".

Fue a principios de agosto de este año. Y, curiosamente, a las 9 pm. de ese día una MUY importante parte de la población salió a la calle con sus cacerolas y cucharas a golpearlas.

Lo vi. Atravecé gran parte de Santiago, desde el barrio residencial al centro, en auto. Vi en todas las esquinas, en todos los balcones, a la gente con sus ollas.  Igual o peor que en los 80 con Pinochet, porque entonces había temor de muerte, y así y todo se hacía. Hoy hay rabia, mucha, pero ese miedo a la integridad no está, así que la furia, y la indignación emergen con todo. Y hacen ruido.

Y las cacerolas hicieron mucho ruido. Nunca visto desde la dictadura. Fue increíble. Todos los medios, la mayoría en manos de sectores de interés adherentes al oficialismo, no pudieron callar. Era demasiada  la gente, era imposible no darle espacio.

Al día siguiente de esa emblemática protesta tuve esta clase, y le pregunté a mis estudiantes ¿por qué creen que Camila tuvo más convocatoria que el Ministro? ¿ Creen que es porque Twitter puede más que la TV? ¿Creen que Camila es más poderosa que el Ministro?  ¿Por qué, a fin de cuentas, la gente decidió hacerle caso a ella y no a él?...

La respuesta tardó, pero llegó con la conversación. La empatía. La gente se siente profundamente identificada con la cruzada de los estudiantes, de la que a Camila era representante. Y, no, a su vez, con la "orden" de quedarse ahí parados, aunque venga del Ministro.

Comentamos, entonces, con esos 5 muchachos, que el asunto apareció en CNN, en la Tele, en los demás medios.  O sea, que trascendió. Que así los temas se instalan en la agenda, pero sobre todo en las casas, en las comidas de las familias. Esto como lo de las hidroeléctricas  y demás.

Mis estudiantes, en ese momento, asentían en silencio. Esbozaban sonrisas. Parecía que nunca habían escuchado algo así, al menos no en una clase. Ninguno tomó su celular -iphone y Blackberry- que todos tenían. Tenían otras caras, no las de desidia del principio, cuando casi a regañadientes y arrastrando los pies trajeron sus sillas adelante. Era raro y grato.

Con ese escenario volví a sus intereses. Los del principio de la sesión. Y con la función de los periodistas. De dar a conocer lo que pasa, de ser un poco el calibrador del poder, de dar espacio a la gente, como Camila, en la agenda pública, para que las ideas tengan voz.

Les pregunté entonces si ellos tenían cosas en sus almas que quisieran comunicar a una audiencia, grande o pequeña. Desde recuerdos a la familia a reflexiones o datos a un grupo anónimo de persnas que tuvieran los mismos intereses. Les pregunté por qué sí valía la pena, y por qué no. Qué esfuerzos implicaban y qué responsabilidades estaban en juego. Y cosas así.

Tomamos mucho tiempo hablando de eso. Escuché atentamente a cada uno, pero sobre todo, procuré que se escucharan con atención entre sí. Creo que resultó. Llegamos, a qué era lo que cada quién querría decir, a quiénes y por qué.

Hubo conversación distendida y precisamos formatos. Soñamos en grande, hasta con cine. Así llegamos a cuáles eran los primeros pasos y desembocamos en que era conveniente partir por escribir justo eso, lo que querían, por qué, para quiénes, cómo. Y un plan, qué deberían hacer primero y qué después.

Me acuerdo que sólo esbocé la idea de considerar la frecuencia y un calendario de actividades.

Ya era de noche a esas alturas. Era invierno aquí y la clase era en la  tarde. Entonces, cuando todos hubieron hablado, dije:  “hoy existe la posibilidad que todos ustedes empiecen a hacer eso, crear una propuesta propia, y que vayan gestando su propia audiencia. Para eso sirven los blogs. ¿Les tinca que hagamos uno? ¿Cada uno en lo que me dijo?. ..

La actitud de apatía del principio era como de la prehistoria a esas alturas. Estaban muy entusiasmados, no por hacer un blog, obviamente, sino por haberse dado cuenta que podían hacer su propio proyecto, que era importante para ellos, y quizá para otros y que podían aplicar lo que sabían y estaban aprendiendo en la univesidad…

De repente fue como que todo se hizo coherencia para ellos mismos. Y no sólo materias que satisfacer para otro –el profesor, los padres, la universidad, la sociedad-. Se notaba en la mirada, en las preguntas, en el aire.

Era invierno, hacía frío y estaba oscuro. Normalmente a esa hora uno ve caras de sueño, y actitudes de me quiero ir. Aquí había energía, ganas de hacer. Los ojos brillaban.

Obviamente dijeron que sí  y partieron a los computadores. Y empecé a guiarlos para abrir un blog en Blogguer.

Mi amigo llegó ahí. Me preguntó qué habíamos visto… Dije que preguntara a los estudiantes.

Ellos comentaron, ante las preguntas de mi amigo, que vimos la importancia de la globalización, el origen de Internet, la necesidad de entender el para qué de la comunicación y que estábamos armando un blog. Y era verdad. Vimos todo eso. Pero no desde esa perspectiva (vale decir, de ver una temática, sino al revés, partir de ellos, de su experiencia, para tocar, luego, la materia en sí).

Mi amigo me contó que sus alumnos le comentaron, luego, en otra oportunidad, que les había gustado mucho mi clase. Y eso que yo casi no hablé. No mostré power point. Sólo procuré entrar en sus almas, y desde ahí, conducir la conversación, su conversación, hacia el periodismo de hoy, con ellos incluidos.

Desafortunadamente, por problemas de horario, mi amigo no siguió con la cátedra y ésta, en vez de ser entregada a otro colega, fue desarmada por la Universidad. Así sólo fui a esa clase con estos jóvenes.

Camilo, me imagino que usted es un excelente profesor, muy culto, que además, como usted bien dice, procuró la práctica y la participación de sus estudiantes. No me cabe duda, por lo que dicen algunos de usted aquí en el foro y por cómo se expresa. Simplemente quise compartir mi experiencia. O sea la de una colega, que en otro país, le pasó lo mismo que a usted.

Y que casi casi casi había perdido completamente la fe y había considerado seriamente no seguir en la docencia por lo mismo que usted. Quise contarle también porque, quizá, este conocimiento le ayude, como a mí, a no perder totalmente la fe en esta generación. Y en, quizá, evaluar darse otra oportunidad, en otro momento, u otros estudiantes.

Quizá a usted esta historia le sirva como conejo que sacar del sombrero alguna vez, o quizá sólo le sirva como un dato anecdótico de una colega tan lejana, que supo de usted gracias a Internet.

En fin, Imagino que seguirá escribiendo aquí y también probablemente en algún medio, así que seguramente seguiré leyéndolo.

Por último, muchas gracias por inspirar estas líneas y suerte en todo.

Atentamente,

Katina



Escribir esto me tomó tiempo. ¿Me darías un poco del tuyo, para decirme qué te pareció este escrito?

2 comentarios:

Gabriel Jaramillo dijo...

No sé que me sedujo más, si el origen que motivó esta larga respuesta o la respuesta misma. En cualquiera de los casos resulta alentador el que, a pesar de que se pone en evidencia un problema de la generación actual, se plantean soluciones directas, concretas y esperanzadoras para palear este problema. Desde la formación en el hogar, pasando por la escuela, la universidad y el ejercicio profesional, hay una tolerancia a la mediocridad que alimenta lo que se denuncia en "La Renuncia de Camilo". La falta de ortografía, así como otros tanto errores frecuentes en la redacción sea cual fuere el lugar donde se encuentren o publiquen, no deben pasar "de agache". Debemos señalarlos, hacerlos avergonzar y de no hacerlo permitiremos que tomen vuelo y, cuando nos avasalle, será mayor la desazón. No es justo con la herencia de Cervantes y tampoco es lo queremos dejarle a nuestros nietos. Gabriel J.

Anónimo dijo...

sabes, pienso lo mismo, soy Colombiano como es el docente que escribio el post que genero tu respuesta, obviamente no de una universidad tan prestante como es la javeriana en Colombia, es la tercera o cuarta en importancia del país, más bien estudie en bajo perfíl, Colegio público, universidad pública a distancia, por lo cual mi curriculum vitae no es lo más impresionante por los lugares en los que estudie, mis docentes solo destaco unos cuantos y el resto es mejor ni maldecir por el solo hecho de ahorrar saliva, pero creo que la lectura es una gran alternativa para pensar, escribir, no soy bueno con las palabras realmente la escritura no es lo mio (haré un cursito x internet de redacción) lo se y lo admito, es lastimoso que estudiantes de esta prestigiosa universidad y de muchas más públicas y privadas que tienen acceso a docentes más y mejor calificados que los mios, no los aprovechen y lo peor como tu lo dices, siguen pensando como adolecentes con el fácilismo, no creo q sea culpa de la tecnología, soy adicto a todo esto soy un completo nativo (estúpido) digital pero creo q da más "herramientas" al conocimiento que los tradicionales.... dificilmente podría haberte leido/conocido de no ser por este maldito canal, lo malo no es el abuso sino la saturación lo cual hace del internet una respuesta a cualquier pregunta lo cual hace que las personas sean perezosas..... @oscardo Oscar Ortiz
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